Elegir no es cómodo

Elegir no es cómodo, pero no elegir tiene un precio

A veces, la vida te pone justo donde estás ahora: al inicio de un camino que se bifurca.
Y justo en el centro, entre las dos opciones, está lo que parece más neutral, más fácil, más seguro…
Pero si miras bien, ese sendero central no conduce a ninguna parte.
Es el camino del estancamiento disfrazado de equilibrio.

Elegir es incómodo. Implica renunciar, exponerse, tomar partido.
Pero no elegir —o elegir “por no molestar”, “para no perder”, “para no equivocarme”— puede llevarnos a espacios internos donde nada crece, donde todo se acumula, se repite o se aplaza.

Desde el coaching ontológico, sabemos que toda decisión es un acto de declaración. Es un decir “sí” a algo, pero también un “no” a otras cosas. Y ese decir marca una dirección, una identidad, un compromiso. No decidir, en cambio, también es una decisión: la de dejar que otros —las circunstancias, el miedo, la inercia— elijan por ti.

El falso alivio de no tomar partido

El centro puede parecer neutro, pero muchas veces es evasión disfrazada de prudencia.
Creemos que si no elegimos evitamos el error, pero en realidad postergamos el aprendizaje. Creemos que si vamos “por el medio” no perdemos, pero muchas veces terminamos sin avanzar.

Y a veces, ese “no avanzar” es lo que más nos pesa.
Esa sensación de haber estado presentes en nuestra vida sin realmente habitarla.
De haber caminado… sin rumbo.

El poder de elegir con presencia

La clave no está en saber siempre cuál es el camino “correcto”, sino en elegir desde la conciencia, no desde el miedo. Elegir implica asumir que el riesgo y la pérdida forman parte del proceso, pero también que hay algo mucho mayor: la posibilidad de avanzar con sentido, con coherencia, con integridad.

Cuando te eliges, eliges camino.
Cuando te postergas, te neutralizas… y ese es un terreno fértil para la frustración silenciosa.

Lo importante no es cuántas veces has dudado o cuántas bifurcaciones has evitado.
Lo importante es si estás dispuesta a hacerte responsable de tu próximo paso.

Entonces…

¿Qué conversación interna te lleva hoy al centro?
¿Qué ganarías si te permites elegir, aún con miedo, uno de los dos lados?
¿Qué parte de ti necesita dejar de postergarse para avanzar?

Porque en la vida, como en muchos cruces de caminos, el centro no siempre es equilibrio. A veces, es simplemente un lugar donde se detiene todo.