Sobre el tiempo

Y una distinción que marca la diferencia:
Perderlo o invertirlo

Vivimos en una época que idolatra la velocidad. La productividad y la eficiencia se han vuelto sinónimo de éxito, y en ese contexto, el tiempo se convierte en una moneda de cambio.
«Perder el tiempo» suena casi a pecado moderno. Una desviación del camino, un desliz que nos aleja de nuestras metas.

Pero… ¿y si cambiamos el enfoque?
¿Y si pensamos en el tiempo como una inversión?
Una inversión en experiencias, en aprendizajes, en vínculos.
En aquello que, aunque no siempre tangible ni medible, deja huella.

Invertir tiempo en lo que nos nutre —ya sea un encuentro sincero, un momento de silencio, un espacio para el arte, la naturaleza o la contemplación— es elegir conscientemente dónde ponemos nuestra energía, nuestra atención, nuestra vida.

Y aquí aparece un matiz interesante: el tiempo se siente distinto según la emoción que lo acompaña.
Cuando algo nos pesa, queremos que pase rápido.
Cuando algo nos apasiona, deseamos que dure para siempre.

Aprendemos a transitar procesos: sabemos que un duelo necesita su tiempo, que el crecimiento no se puede forzar, que la maduración llega con paciencia.

Pero entonces, me hago una pregunta clave:

¿Y cuando estoy construyendo…?

¿Cuánto tiempo necesito?
¿Cuánto estoy invirtiendo… o acaso perdiendo?

Ahí me detengo.
En esa línea delgada entre la espera fértil y la espera estéril.
Entre el deseo de que algo florezca… y la duda de si lo hará.

¿Sigo porque creo en el resultado?
¿O me detengo porque no veo frutos?
¿Y si la evolución del proceso no depende sólo de mí?
¿Qué ocurre cuando la energía o la voluntad del otro también pesan en la balanza?

¿Cuánto de ese “éxito” determina que me involucre más… o que me retire?
¿Cómo vivo ese tiempo?
¿Como ilusión?
¿Como angustia?
¿Desde la indiferencia?

Y mientras tanto, me escucho decir una y otra vez:
“No tengo tiempo”.

Pero…
¿Cuánto tiempo llevo diciendo que no tengo tiempo?
¿Cuánto depende realmente de mí?
¿Cuándo decido hacerme cargo?
¿Cuándo elijo poner un límite?