Sobre perder y soltar

No voy a negar que escribo este post con cierto pesar, pero “sólo” es eso, una emoción que trata de contarme algo, quizá que ese cambio de etapa se confirma, que mi mirada ya no es presente sino pasado, que eso ha quedado atrás, que acabó, se cerró, se agotó, finito…

Últimamente está muy de moda esto de “soltar”, yo misma lo utilizo mucho en mi día a día, con consciencia, como expresión de no seguir agarrándome a lo que de una manera u otra no me hace bien. Y llego a esta conclusión movida por un pensamiento fugaz en esta mañana de resaca, tras haber trasnochado mucho y dormido poco.

Al amanecer eché de menos uno de mis pendientes, con cierto valor emocional para mí.

Me molesté primero pero respiré, pensé en dónde y cómo lo podía haber perdido y obviamente hice el ejercicio inverso de pensar cómo podría recuperarlo en caso de haberlo perdido en un lugar u otro de todos los posibles, en volver a comprarlos, en si sería capaz de encontrarlo…

Pero al momento he pensado que el valor económico no era lo que me incomodaba de esa pérdida, sino lo que ese par de pendientes me hacía sentir o los momentos en los que los solía utilizar. Y pensando en esa vinculación; no con el objeto, sino con lo que representaba; me sentí un poco “cenicienta” pensando primero que debí perderlo justo al salir de aquella fiesta, con las prisas, enganchado a mi boina de lana o al abrigo de altas solapas, ya no sé si con las campanadas de medianoche o bastante más tarde…

Paralelismos aparte, pensé si tenía sentido hacer el esfuerzo de encontrar mi zapato (léase pendiente) o si mejor centrarme en no querer recomponer algo que por sí sólo se desparejaba por algún motivo y simplemente aceptarlo.

Y pensar en esta pérdida me ha hecho reflexionar y a la vez poder recordar de repente el momento concreto de la noche en el que sentía que ese pendiente me molestaba, me picaba, mientras hablaba concentrada con una persona y en un gesto automático e involuntario quitármelo y pensar, “mejor me lo quito que al final lo perderé” …

He decidido no buscarlo, y tras empezar a ordenar mejor mis cosas, simplemente ha aparecido sin querer ni esperarlo.

Reflexión: a veces sostenemos y mantenemos situaciones, negocios, parejas… tantas y tantas circunstancias y relaciones que en el fondo nos incomodan o invalidan que, cuando nos desconectamos por un momento de ese control, de ese aferramiento de forma sobrevenida o voluntaria; empieza a darse aquello  que nos provoca, que nos empuja a actuar o decidir, en definitiva modificar y cambiar aquello que pensábamos que nunca seríamos capaces de hacer, resolver,  romper… y que, ya de nuevo actuando de manera consciente, se convierte en una ventana de oportunidad de decisión y crecimiento personal inigualables.

Para finalizar el relato os cuento que he guardado los pendientes de nuevo en su caja con algo de alivio, pero desde luego con bastante menos apego y restando importancia al hecho de conservarlos; pero con la lección aprendida después del periplo, de que he sido capaz de darle la vuelta a la situación y de que estoy lista para ir perdiendo y soltando algo más que ese pendiente.